Adaptarse y emprender en el camino de la paz

Adaptarse y emprender en el camino de la paz

Autor:

Paola Rodríguez Gáfaro

Agosto 17 de 2021

 

Para inicios de este 2021, el único proyecto productivo que estaba en marcha dentro del AETCR Caño Indio era el de los 40 pollos de engorde dirigido por las excombatientes Danny y Yuliana. También el emprendimiento económico tiene rostro y fuerza de mujer en esta tierra donde se labra el camino hacia la paz.  

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Pollos de engorde- AETCR de Caño Indio

Danny recuerda que la Alcaldía de Tibú dispuso el proyecto avícola en el año 2018 con unos 300 pollitos de engorde. La idea era desarrollarlo de manera colectiva. Para eso se necesitaban un par de personas dedicadas completamente al manejo del lugar, ella fue una de las elegidas. 

Se hicieron dos procesos de crianza liderados por el AETCR, ya al tercer intento la cosa se complicó. Entonces, “yo pedí que me dejaran el galpón, para seguir, y así he venido trabajando. De a cien pollos, luego tocó 50 y así vamos, de 50 en 40”, explica Danny. Su idea es abastecer con esta proteína tanto a los excombatientes como a la comunidad aledaña.  

Y no es una tarea simple. El proceso inicia con la compra de los pollitos, que deben tener al menos una semana de nacidos. Les aplican las inyecciones y las vitaminas necesarias para mantenerlos sanos y alentar el proceso de crecimiento. Los alimentan conforme van requiriendo las fases de desarrollo hasta que alcanzan el punto para sacrificarlos. Y, manos a la obra, las dos entran en faena para ofrecer los pollos frescos a la comunidad. 

Yuliana cuenta que a veces los pollitos salen con poco peso y no les genera rentabilidad venderlos frescos. Por eso, a Danny se le ocurrió asarlos, también para incentivar la venta que a veces se paraliza y mantener a flote el proyecto. 

Entre aprender o estancarse

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Ellas fueron radistas dentro de las Farc, un oficio relacionado con las comunicaciones a distancia en medio de la guerra. Después de 12 años en la guerrilla, Yuliana dice que se asoció con Danny para aprender e invertir mejor su tiempo, porque hay muy poco qué hacer en la vida civil dentro del AETCR. “Lo que sabe uno allá, no lo puede meter acá, ya esto es cosa nueva y le toca a uno aprender, pa’ más adelante uno defenderse”, reflexiona.

Admite que no se ha involucrado en ningún otro proyecto y que tampoco le llama la atención estudiar, pero rescata que sí le gusta ayudar, especialmente mientras cuente con la oportunidad de poder aprender de alguien que sabe de estos temas, tal como Danny, quien siente que algunas mujeres del AETCR han desaprovechado oportunidades de formación en campos distintos al hogar. 

El esposo de Yuliana es excombatiente, pero se conocieron solo después de llegar a desarmarse en el Catatumbo. Luego de unirse a él, cumplió su deseo de ser madre y, con su bebé en brazos, explica que procura sacar tiempo para cada cosa. “Esto es una responsabilidad y hay que jalarle a todo”, aclara dispuesta. Quedarse en la casa no es una opción: “yo me aburro, a mí me gusta andar en una cosa y en otra”. 

Cuando se le pide a Yuliana describir un día normal, todo se centra en atender su casa y cuidar los pollos. Parece que ella ha logrado el equilibrio necesario para desarrollar tanto su emprendimiento como mantener en orden su hogar. “Yo termino en la noche cansada, pero uno se siente orgulloso porque uno en todo el día estuvo haciendo algo y eso más adelante le va a dejar cualquier cosa a uno”. 

Y en la misma tónica proactiva, Danny está involucrada en las diversas actividades que el AETCR realiza: educación, logística, entre otros. De allí su invitación a Yuliana para que participara del proyecto avícola. 

Enfrentar lo nuevo: el ánimo de adaptarse    

Danny entiende que su vida civil es totalmente distinta a la de antes. En la montaña, había que preocuparse por seguir las órdenes al pie de la letra y se recibía el aprecio por la labor cumplida. 

Danny aspira a “ir teniendo mis cositas”, porque asume que así será una mujer estable. Esa es su tranquilidad, ahí reposa su seguridad, explica. Además, sabe que su empuje ha servido de ejemplo a través del proyecto económico que comanda junto a Yuliana dentro del AECTR. 

El precio de la paz para Danny es el proceso de adaptación a la vida civil. Está clara en que el camino está disponible para ser recorrido y ella está dispuesta a hacerlo ya no con las botas de guerra puestas, sino con determinación y ánimo de salir adelante.

 

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